I
Un sonido irritante hizo comenzar la mañana al igual que
todos los días. Ese dichoso despertador al que le faltaba un resorte, tenía un
sonido bastante ruidoso y desagradable. Paul Turnner, el escritor más famoso de
novelas adolescentes de terror se despertaba junto a su esposa, con la mente en
blanco... de nuevo. Ya habían pasado cerca de dos semanas en el que el escritor
no había conseguido plasmar ni un par de líneas. Quizás fuese por la presión de
la editorial, que lo bloqueara más, o quizás, el estrés de las notas de final
de curso de su pequeña Johana, la cual terminaba ese mismo día la primaria. Se
levantó y fue a preparar el desayuno, mientras su esposa duchaba y preparaba a
la pequeña para el colegio. Todo le resultaba monótono y aburrido. Y las horas
frente a su ordenador mirando el cursor parpadeante no resultaban nada
fructíferas. A media mañana sonó el teléfono:
-
Paul
al habla, ¿quién es?
-
Hola
señor Turnner, le llamo de parte de la editorial. Debo informarle que
necesitamos un nuevo relato suyo para presentarlo este verano. Imagino que
estará preparando ya alguno, y por eso le pido que nos mande lo que lleve
escrito para ir haciendo la publicidad y demás.
-
Claro,
ya llevo bastante avanzado el nuevo, pero necesito más tiempo antes de enviarlo.-
Paul caminaba por toda la casa, y se paró frente al calendario.
-
Si,
imagino, pero ya sabe como trabajamos nosotros. Necesitamos al menos un
resumen, unas notas, algo con lo que poder empezar a trabajar. ¿Sobre qué
tratará la nueva historia, Paul?
-
Pues
irá sobre, una… historia de miedo en… - Paul trasteaba con el calendario
mientras pensaba una respuesta que pudiera valerle al editor. Y de repente lo
vio claro. Johana había pintarrajeado la semana siguiente con colorines y en
letras grandes había escrito “campamento los 4 vientos” – Será una historia de
miedo en un campamento de verano, donde les sucederá cosas terribles a un grupo
de chicos.
-
Parece
interesante, bien. Mándeme ya lo que tengas, y termínalo durante la semana que
viene. Como muy tarde para el Jueves.
-
Eso haré, tendrá el cuento listo para el miércoles.
-
Gracias
Paul. Un saludo.
Paul colgó el teléfono, preparó más café, puso tabaco en su
pipa y se sentó frente al ordenador. Miraba el cursor al igual que miras a un
contrincante a los ojos y… por fin, le vino la inspiración.
<< Eran las 12 del medio día y los niños esperaban en
la parada del autobús junto a sus padres, y las grandes mochilas con sacos de
dormir, ropa, cosas de aseos, y un puñado de trastos innecesarios. Al llegar el
autobús los niños fueron corriendo a guardar sus cosas y montar en él. Los
padres se despedían de ellos, alguno con lágrimas, otros sonrientes y todos
gritando frases del estilo “acuérdate de ponerte el aparato para dormir”, “no
dejes que tu hermano te chinche y portaros bien”, “dame un toque cuando hayáis llegado”.
El autobús recorrió aproximadamente unos 100 km hasta llegar al campamento. El
día se nubló y al estar en la montaña, hacía incluso frío para ser verano. Al
llegar, cuatro monitores recibieron a los pequeños, Jordi, Mikel, Cleo y Susan.
Cleo llevó a todos lo niñas a un bungalow con literas, y Mikel a los niños a
otro igual justo enfrente. Les dejaron un tiempo para dejar las cosas, elegir
(pelearse por) las camas y los llevaron al comedor. Y después de una corta
tarde de manualidades con barro, pinturas, etc, el primer día de excursión
terminó rápido, los chicos agotados y después de cenar se fueron todos a sus
habitaciones.
Llovió fuertemente durante toda la noche, y un rayo cayó
sobre la caseta de los monitores, Mikel resultó gravemente herido y tuvo que
abandonar el campamento. El día amaneció nublado y todos miraban al cielo intranquilos.
Ese día tocaba actividades en el bosque, y los monitores no parecían demasiados
seguros de emprenderlas debido al accidente nocturno. Pero aún así, después del
desayuno comenzaron las actividades.>>
Paul hizo una pequeña pausa, era casi la hora de la comida,
y Johana salía del colegio en media hora. Guardó lo que llevaba escrito hasta
ese momento y se lo envió a la editorial. Cogió la chaqueta, las llaves, la
cartera y fue al colegio. Al llegar vio a uno de los profesores de su hija que
se encontraba hablando con algunos padres, y Paul se acercó.
-
Entonces
esta tarde, a las 17:00 haremos la reunión para informaros de todas las cosas
sobre el campamento y que me preguntéis lo que queráis. Será más rápido que si
hablo uno con uno. De momento tomad.- el profesor se puso a repartir una
propaganda del campamento.- Saldremos el lunes a las 12:00.
La sirena sonó y a los pocos minutos una marabunta de niños salía
del colegio. Johana salió corriendo al ver a su padre y fue directa hacia él
con un papel en las manos.
-
¡He aprobado! ¡He aprobado! ¿Puedo ir entonces
al campamento igual que mis amigas? ¿Puedo, papá? ¿Puedo? ¿Sí?
-
Pues claro que puedes cariño. ¡Felicidades!
Sabía que lo lograrías. Esta tarde después de la reunión iremos a comprar las
cosas que te hagan falta, ¿de acuerdo, campeona?
-
¡Bien! ¡Iré al campamento!
Johana estuvo todo el camino hablando de las amigas que
irían al campamento y de las cosas que iban hacer. Al llegar a casa se fue
corriendo a contárselo a su madre.
II
Paul pasó todo el fin de semana escribiendo sobre la novela.
Desarrollando más lo que llevaba escrito hasta entonces. Puso como protagonista
a Cleo, una de las monitoras. Y comenzó a escribir distintos accidentes
semejantes al rayo: un chico que se cae de la tirolina; un monitor que resulta
herido con un arco; una chica que pierde todas su pertenecías, ect.
Era ya lunes. Y Johana iba camino del campamento. Por la
tarde se hizo un sándwich, un zumo de naranja y se dirigió al ordenador. La
novela empezaba a tener su toque escalofriante. Y ahora tocaba escribir su
parte favorita: “el malo”. Paul dudaba entre una maldición antigua, un
personaje sobrenatural o algún monstruo con inteligencia suficiente para
desencadenar una serie de asesinatos… Pero al final se decidió por algo mucho
más sencillo. Un maníaco con un pasado oscuro. Volvió a mirar el panfleto de
publicidad del campamento y leyó las distintas actividades:
CAMPAMENTO LOS 4 VIENTOS: UN
SITIO DONDE LOS EXCURSIONISTA APRENDERÁN:
Actividades de riesgo: tirolina,
rocódromo, tiro con arco, piragüismo.
Juegos al aire libre: comba,
elástico, petanca, manualidades de barro.
Juegos de supervivencia: cómo utilizar
brújulas, mapas, encender un fuego para hacer señales de humo.
Y por último el juego estrella:
EL RINOCERONTE.
Paul
releyendo un par de veces el panfleto. “¿EL rinoceronte? ¿De qué irá ese
juego?”
-
Cielo,
¿te suena el juego del Rinoceronte?- le preguntó a su mujer que leía un libro
en la butaca de al lado.
-
Si,
es el de los garbanzos.
-
¿El de los garbanzos?
-
Sí,
bueno cuando yo jugué de pequeña utilizamos garbanzo, pero en realidad es
indiferente lo que se utilice. Verás los chicos hacen un par de grupo y tienen
que ir de noche en busca de los garbanzos. Uno de los monitores está disfrazado
y los asusta.
-
Vaya…
creo que no me podía venir mejor.- Dijo Paul con una gran sonrisa, y se puso a escribir
durante toda la noche un borrador de cómo se desarrollaría la historia y se lo
envió al editor.
<< Habían pasado ya dos días de actividades. Y pasaron
algunos cuántos niños por la enfermería. Era el año más accidentado que había
tenido el campamento. Los monitores llegaron a pensar que alguien amañaba las
cosas para que salieran mal. Contrataron más personal, algo bastante inusual.
Pero era la noche en la que jugaban al Rinoceronte, un juego donde los niños
debían ir de noche por el bosque. Y visto la cantidad de accidentes mejor
asegurarse.
-
Queridos
niños y niñas, esta noche jugaremos a un juego tremendamente peligroso. El
famoso y divertido juego en el que el grupo que haya aprendido más en el campamento
será el ganador. ¿Veis lo que tengo en las manos?- Cleo enseñó un montón de
pelotitas de goma de distintos colores. - Esto será el tesoro. Hay 10 pelotitas
escondidas por el campamento y debéis encontrarlas. Pero hay algo más. - La
monitora apagó la luz de la habitación donde estaban todos los niños y encendió
una linterna enfocando solo su cara, que resultaba desfigurada debido a tan
poca luz .- El vecino sale a pasear por la noche y está un poco loco. Siempre
va con una capa oscura arrastrando unas cadenas con la cual os atará si os
encuentra.- Dejó una pausa para escuchar un “OOhhh” general de los niños que se
encontraban agarrados, y siguió diciendo.- Así, que el plan es el siguiente:
Haremos tres grupos. Dos monitores por cada grupo. Cada grupo irá cogido de la
mano en todo momento y cuando escuchéis las cadenas no podéis hacer ruido. Por
suerte no ve demasiado bien, y en la oscuridad si no hacéis ruido no os verá.
¿ha quedado todo claro?
-
Si,
señorita Cleo.- las voces de los niños sonaron al unísono.
-
Bien.
Son las 22:30. A la 00:00 todos los grupos regresarán aquí y veremos quién ha
conseguido más tesoros. Buena suerte a todos.
Los
excursionista se dividieron en los grupos y comenzaron la búsqueda. Todos los
niños estaban muy asustados, y con cada ruido pegaban un chillido. Cleo
intentaba aguantar la risa. Ella sabía cuando aparecerían los ruidos. En ese
momento, uno de los monitores que no iba con los grupos, debía estar disfrazado
de “el vecino” y asustando al grupo de Susan. Pero, de repente los niños
empezaron a tirar unos de otros y a chistar y susurrar todos a la vez:
-
Shhhhh
shhhh. Son las cadenas, cállate.
-
No,
cállate tu.
-
Shhhhh
shhh, callarse por favor, nos van a oír. Mirad allí.
Pero no
podía ser. Cleo estaba segura. El monitor disfrazado debía de estar al otro
lado del campamento. Aunque efectivamente, allí donde señalaban los niños,
había alguien con una capa arrastrando unas cadenas. Todo el grupo quedó en
silencio. Cleo miraba extrañada. La persona se fue acercando hacia ellos
despacio. En el silencio del bosque el sonido de las cadenas resultaba
terrorífico. Y cuanto más cerca, más escuchaba Cleo que las cadenas arrastraban
algo. Pero ellos nunca han arrastrado nada.
-
No
os mováis. Quedaos aquí con Jordi y procurar no hacer ningún ruido.- Les dijo
Cleo susurrando al grupo.- Voy a echar un vistazo.
Los
niños asintieron en silencio, algunos estaban a punto de echarse a llorar.
Cleo hizo
un pequeño rodeo para ver qué es lo que el monitor arrastraba. Estaba muy cerca
ya de las cadenas pero no conseguía identificar de qué se trataba. Cogió su
linterna, la encendió y apagó rápido apuntando hacia ellas. Un grito ahogado se
le escapó a la vez que se le cayó la linterna. No podía creer lo que había
visto. De una de las cadenas estaba arrastrando medio torso ensangrentado del
monitor que debía estar disfrazado. La persona se giró en su dirección y fue
hacia ella. Cleo no sabía qué hacer, pero cada vez estaba más cerca. Volvió
corriendo a por lo niños.
-
Seguidme
y no os separéis. ¡Rápido!
Los
niños siguieron a Cleo corriendo por el bosque hasta que ¡PLAF! La tierra por
la que pasaban se deshizo, y cayeron todos en lo que parecía una red gigante de
gruesas cuerdas que empezó a elevarse atrapándolos a todos. Los niños no
paraban de chillar y llorar.
-
No
hagáis ruido por favor. Callaros. Chicos tenéis que aguantar. Vamos, ya sois
grandes, esto .. esto.. es parte del juego. Si, es una trampa y tenemos que
liberarnos de ella. Venga chicos, callarse y hablamos uno por uno muy flojito
como podemos liberarnos.
Al cabo
de un rato Cleo consiguió calmar a los niños. Intentó hacer que se convirtiera
en un juego para ellos y a la vez trasteando las cuerdas. Tardaron como una
hora en salir y fueron directos al punto de reunión. Al llegar, Cleo encendió
la luz. Todos empezaron a gritar. Dentro de la habitación estaban el resto de
monitores, colgados boca abajo con cadenas. Todos estaban ensangrentadnos. En
ese momento se abrió la puerta de golpe y allí estaba. Al otro lado se
encontraba la persona con la capa. Llevaba un saco el cual tiró dentro de la
habitación. De él salieron rodando las cabezas de los niños de los otros dos
grupos.
El
pánico se apoderó de ellos. Todos gritaban retrocediendo hasta el fondo de la
habitación la cual estaba encharcada. El hombre de la capa entró y lanzó un Zippo
prendiendo el charco. Todos los niños empezaron a arder. El hombre salió de la
habitación y cerró la puerta con llave.
La
policía no llegó al campamento hasta pasados dos días después de los hechos. Y
no encontraron ningún superviviente, ni al agresor. >>
III
Paul pasó los siguientes días frente al ordenador,
corrigiendo la historia, cambiando nombres, escribiendo los agradecimientos.
Dándole los últimos retoques.
-
Cariño,
ya he terminado de corregir toda la historia y tan sólo con un día de retraso.
Me pusieron como fecha tope el jueves. Échale un vistazo, ¿quieres?
-
¿Hoy
lo has terminado? Pensaba que ya la habías enviado.
-
Envié
el borrador de la historia, contando como sucedía las cosas y el final. Pero
hoy lo mando corregido.
-
Ahora
lo leo entonces. Lo cierto es que has terminado muy pronto. Creía que ibas a
tardar más.
-
Ya,
es que ésta ha sido todo inspiración. El editor dice lo mismo, que ninguna le
ha gustado tanto como ésta.
Sonó la
campanilla que toca el cartero cuando deja las cartas. La mujer de Paul fue a
por ellas y volvió con una postal del campamento.
Hola Mamá,
hola Papá. Hoy es miércoles y no me lo estoy pasando bien estos días. Espero
que esta noche sea mejor. La primera noche llovió muchísimo y vimos muchos
rayos. Creo que alguno cayó en el bungalow de los maestros. Y dos de mis amigas
están en la enfermería porque falló la tirolina. A Hanna le ha desaparecido el
móvil y han venido muchos más monitores que apenas nos dejan hacer nada.
Esta
noche jugamos al Rinoceronte. Espero que no me dé mucho miedo porque hay chicos
que vinieron el año pasado y dice que se asustaron mucho.
Mañana
volveré a escribir. Os quiero.
-
Qué
linda. Qué pena que haya tardado dos días en llegar la carta. Me hubiera
gustado llamarla y así tranquilizarla sobre el juego. ¿No te parece? ¿Paul?
Paul cariño. ¿Estás bien?
Paul se
encontraba inmóvil frente a su mujer y pálido.
-
Paul,
¿qué ocurre?
-
Llama
a la niña. Cielo, llama al campamento, corre.
Ella
fue corriendo al teléfono sin entender demasiado, llamó al campamento y: tono …
tono … tono …
-
No
lo cogen cielo. ¿qué es lo que pasa?
-
Vámonos.
Corre, coge las llaves del coche. Nos vamos al campamento.
Paul
había subido a por la chaqueta antes de salir cuando sonó el timbre. Bajó
corriendo y abrió la puerta. Dos agentes de policías se encontraban al otro
lado.
-
¿Señor
Turnner?
-
Si
soy yo. Hable.
-
¿Su hija estaba en el campamento los cuatro
vientos?
-
Si, así es.
-
Ha habido un accidente en el campamento y debe
acompañarnos.
Paul siguió a los policías. No pudo hablar durante todo el
viaje. Solo podía pensar en la historia que había escrito. Cuántas similitudes
guardaba la carta de su pequeña hija con su historia. Quizás fuera todo
casualidad. Pero quizás se parecía algo más. Al llegar a la comisaría vio como
forcejeaban con el que era su editor. Lo esposaban y se lo llevaban.
Paul empezó a comprender. Le quitó la pistola que colgaba de
la cadera a uno de los agentes. Disparó a quemarropa al editor. Y mientras el
otro policía desenfundaba su arma para detenerlo, Paul introdujo la punta de la
pistola aún caliente contra su paladar, y apretó el gatillo.
Me tocó escribir un relato “estilo libre” y he elegido terror – drama, para concursar en la final de Versus.
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